Los gatos negros, la mala suerte y la alergia

El gato como tal es considerado desde el inicio de los tiempos como un animal mágico. En la Edad Media sin embargo, se relacionó a los gatos negros con la brujería (se decía que los gatos negros eran brujas metamorfoseadas) motivo por el cual los gatos negros (y gatos en general) eran perseguidos, cazados, metidos en sacos y quemados en hogueras.
Debido a esto, la población de gatos diezmó haciendo así que la población de ratas en los pueblos se incrementara. Motivo por el cual se propagaron rápida y frecuentemente las epidemias de peste.

Sin embargo no siempre fueron símbolo de mala suerte. En Egipto se los consideraba animales sagrados ya que estaban relacionados con el culto a la diosa Bastet. En la Inglaterra victoriana se consideraba que si unos novios recién casados se encontraban con un gato negro, esto simbolizaba prosperidad en el matrimonio. Y los marineros creían que tener un gato a bordo les traería buena suerte. Más aún sus mujeres solían tener uno en casa, ya que esto parecía “asegurar” que sus maridos volverían sanos y salvos a sus casas después de la travesía.

Aunque atribuir la “mala suerte” a cruzarse con un gato negro puede ser fruto de la superstición, un estudio de científicos del Long Island College Hospital de Nueva York (EE UU) reveló hace poco que estos felinos sí pueden afectar negativamente a las personas alérgicas.

Según un estudio dado a conocer en la revista Annals of Allergy, Asthma and Inmunology, los investigadores observaron que los gatos de pelaje oscuro provocaban más estornudos y problemas respiratorios a los pacientes con alergia que los de color claro. Según los autores, se debe a que producen más cantidad de una sustancia en su piel, su saliva y sus glándulas sebáceas, la proteína fel d1, que causa los síntomas de la alergia.

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